jueves, 21 de abril de 2016

CARTA DE JOSE DÍAZ

Carta de José Díaz
Hola a todos:
La semana pasada estuvimos de visita en Kogate, una aldea remota al noreste de Hetauda. El motivo de la vista era realizar un programa de sensibilización sobre la igualdad de género, un área en la que se han realizado muchos progresos en Nepal, pero donde existe todavía una discriminación social de la mujer con respecto al hombre. Muchas familias demuestran más cariño y valor al hijo varón que a las hijas, y en las zonas rurales las niñas son criadas para servir, mientras los niños campan más a sus anchas.

Hace años que venimos realizando talleres en aldeas donde más hace falta sensibilizar a la gente, y hemos visto gran progreso reflejado en una mayor cantidad de niñas yendo a nuestras escuelas y más mujeres presentes en las reuniones que tenemos con los aldeanos.
De Hetauda a Bhimphedi tardamos unas dos horas en guagua, y desde allí, cinco horas caminando cuesta arriba para llegar a Kogate. Comenzamos el programa en el cual preguntamos a la gente local si existía discriminación o no. La respuesta fue un evidente si, con muchos ejemplos como: mayor presencia de niños varones en colegios privados, niños que juegan mientras sus hermanas cortan hierba o hacen la comida, prendas y atuendos que la mujer debe ponerse para dejar claro que está casada, apenas presencia de mujeres en comités o en cargos políticos y una mayor carga de trabajo al tener que responsabilizarse tanto de la casa como del trabajo en los campos de cultivo.

También cantaron y bailaron al ritmo de guitarra, ”madal” un tamborcillo local, y una especie de pandero. Al final, Bhim les animo a juntar sus manos y prometer que en la aldea las mujeres no tendrían que vestir de blanco después de quedarse viudas, y que les dejarían ponerse ropa de color rojo. La gente estaba contenta e incluso algunos chicos jóvenes apoyaron el programa y las iniciativas con comentarios de apoyo a la mujer y a las niñas para que en un futuro haya más igualdad. Pasamos noche allí, en casa de una familia que nos ofreció cama y comida.
Por la mañana, temprano, y tras un té de despedida, comenzamos a descender a paso ligero, llegando a Bhimphedi en tres horas tras volver a atravesar unos parajes de inmensa belleza y una quietud que te embriaga y te hace sentir parte de algo mágico,  ¿La vida?  Los pájaros ayudaban mucho también a sentirse parte de algo muy bello, a olvidar los problemas, a simplemente disfrutar del momento, el silencio, los cantos, el paisaje.


Aún cansado, me apetecía compartir unas líneas, pues no todos los días son iguales, y algunos son especiales porque te abren los ojos, despiertan el corazón, y te muestran el camino a seguir.

Sobre Andalucía y el machismo
Andalucía, tierra de alegrías y martinetes, de sequías e inundaciones, de pasión y devoción, de arte y artisteo, de sonrisas y recelos. Andaluces, herederos de un mestizaje cultural milenario que todavía hoy perdura, capaces de improvisar y adaptarse a lo que “haiga”, de disfrutar del presente y “ya veremoh” mañana, de hacer lo que haga falta pero con buen humor, pero también capaces de discriminar a sus compañeras de vida. Machismo, fruto de siglos de opresión religiosa, patriarcalismo e ignorancia. Lejos queda ya esa primavera en la que germinaron brotes de libertad, igualdad y fraternidad pero que tan infaustamente fueron amputados por la cuchilla del fanatismo. Todavía hoy seguimos intentado desenmarañarnos de tan oscuro legado que por décadas ha mantenido en un hieratismo casi medieval a varias generaciones de andaluces y andaluzas. En pleno siglo veintiuno continuamos siendo testigos de asesinatos machistas y, éstos, no son más que la punta de un iceberg que se sumerge en lo más profundo de nuestra sociedad y al que se van adhiriendo pedacitos de hielo tan minúsculos que pasan inadvertidos. Qué duda cabe que en los últimos años hemos avanzado colectivamente, unas abriendo camino, otros dejándose llevar y algunas marcando el sendero por el que nunca más podemos volver. En este proceso renovador maestros y maestras debemos ejercer un papel fundamental, actuando como motor de cambio social que transforme al conjunto de la comunidad educativa y por ende a la sociedad. Tres ejes fundamentales deberían articular nuestro quehacer profesional: Normalización de la interactuación femenina en ámbitos de sensibilidad masculina, normalización de la interactuación masculina en ámbitos de sensibilidad femenina y creación de ámbitos de sensibilidad mixtos.  Mucho hemos hecho y mucho más nos queda por hacer porque el patriotismo y el amor por una tierra se demuestran luchando por dejar a nuestros hijos e hijas una sociedad mejor que la que heredamos de nuestros padres y madres. Ánimo compañeros y compañeras.
                                Julio Moratalla Gallardo

                           Maestro de Educación Física

Asmita, Pramila y Urmila. Historias con final feliz

Pramila y Urmila
Una historia con final feliz

Hace unos días que Bhim y Kumar, personal local de Educanepal que ayuda a José, cuando venían de vuelta de una aldea, se encontraron en un autobús a dos niñas, Pramila y Urmila, de 10 y 13 años de edad. Le preguntaron a las niñas a donde iban y estas contestaron que iban a Kathmandu para trabajar en una fábrica de alfombras. Les acompañaba una chica mayor de 19 años, Nirmala.
Ante esta situación Bhim y Kumar decidieron contactar a la policía, pues era un claro ejemplo de tráfico de niñas para su explotación laboral.
En las fábricas emplean a niñas pequeñas que trabajan de 5 de la mañana a 8 de la noche y apenas le dan un salario que no supera los 30 euros mensuales.
Educanepal vigila que estas niñas continúan con sus familias y van al colegio, así podrán cambiar su presente y su futuro

                                                                                        Jesús Bahos Torres 4ºD y Adrián Román 5ºB

Hace unos días que llegó Asmita, de siete años, a la casa de acogida de José.
De pequeña sus padres vivían cerca de Pokhara y trabajaban haciendo alfombras. Un día su padre tuvo un sueño en el cual debía trasladarse al este de Nepal para visitar un emplo, así que cogieron todas sus pertenecías y emigraron a Udaypur. Luego tuvo otro sueño en el que debía suicidarse, y así lo hizo, dejando a dos hija y su mujer. Así es el mundo de las supersticiones y las creencias en Nepal.
La madre de Asmita no encajó bien la muerte de su marido y comenzó con trastornos mentales, hasta el punto de no poder cuidar de su hija y dejarlas al cuidado de vecinos que veían en peligro la vida de la niña. Hace un mes José se enteró del caso, hizo el proceso de investigación, papeleo y la trajo a su residencia.
Niñas como Asmita son carne de cañón para las mafias, que buscan allí donde la gente es más vulnerable debido a la pobreza en la que viven. Pero afortunadamente para ella, está en casa, ya matriculada en primero de primaria y aprendiendo en ratos libres a cultivar verduras, a bailar, a convivir, a ser feliz.
                                                                                                                        Estela García García 5ºB

DALITS

Carla Cela,Sara Aragonés,Lucía Baez
Sofía Chica de 2ºA

DALITS

Casta de intocables

Es también muy dolorosa la situación de la casta de los dalits, que está en el escalón más bajo de los grupos étnicos de Nepal. El 42% de los dalits viven bajo la línea de pobreza, frente al 23% en el resto de los nepalíes.

En 2011 se aprobó en Nepal la Ley Contra la Discriminación con base en la Casta y de Intocabilidad. Sin embargo, los dalits continúan todavía tienen prohibido participar en actividades comunitarias como rezar en los mismos templos que los nepaleses de castas superiores.
La situación de las mujeres dalit es especialmente deplorable. La sociedad las discrimina por ser mujeres, porque pertenecen a la comunidad dalit y, dentro de su propia comunidad, vuelven a sufrir por ser mujeres. Cada mujer dalit es una historia viva de dolor, sufrimiento, angustia, y malos tratos.
                        Inmaculada Bustamante Olmedo

                        y María Prieto Pola de 4º E