Carta de José Díaz
Hola a todos:
La semana pasada estuvimos de visita en Kogate, una aldea
remota al noreste de Hetauda. El motivo de la vista era realizar un programa de
sensibilización sobre la igualdad de género, un área en la que se han realizado
muchos progresos en Nepal, pero donde existe todavía una discriminación social
de la mujer con respecto al hombre. Muchas familias demuestran más cariño y
valor al hijo varón que a las hijas, y en las zonas rurales las niñas son
criadas para servir, mientras los niños campan más a sus anchas.
Hace años que venimos realizando talleres en aldeas donde
más hace falta sensibilizar a la gente, y hemos visto gran progreso reflejado
en una mayor cantidad de niñas yendo a nuestras escuelas y más mujeres
presentes en las reuniones que tenemos con los aldeanos.
De Hetauda a Bhimphedi tardamos unas dos horas en guagua, y
desde allí, cinco horas caminando cuesta arriba para llegar a Kogate.
Comenzamos el programa en el cual preguntamos a la gente local si existía
discriminación o no. La respuesta fue un evidente si, con muchos ejemplos como:
mayor presencia de niños varones en colegios privados, niños que juegan
mientras sus hermanas cortan hierba o hacen la comida, prendas y atuendos que
la mujer debe ponerse para dejar claro que está casada, apenas presencia de
mujeres en comités o en cargos políticos y una mayor carga de trabajo al tener
que responsabilizarse tanto de la casa como del trabajo en los campos de
cultivo.
También cantaron y bailaron al ritmo de guitarra, ”madal” un
tamborcillo local, y una especie de pandero. Al final, Bhim les animo a juntar
sus manos y prometer que en la aldea las mujeres no tendrían que vestir de
blanco después de quedarse viudas, y que les dejarían ponerse ropa de color
rojo. La gente estaba contenta e incluso algunos chicos jóvenes apoyaron el
programa y las iniciativas con comentarios de apoyo a la mujer y a las niñas
para que en un futuro haya más igualdad. Pasamos noche allí, en casa de una
familia que nos ofreció cama y comida.
Por la mañana, temprano, y tras un té de despedida,
comenzamos a descender a paso ligero, llegando a Bhimphedi en tres horas tras
volver a atravesar unos parajes de inmensa belleza y una quietud que te
embriaga y te hace sentir parte de algo mágico,
¿La vida? Los pájaros ayudaban
mucho también a sentirse parte de algo muy bello, a olvidar los problemas, a
simplemente disfrutar del momento, el silencio, los cantos, el paisaje.
Aún cansado, me apetecía compartir unas líneas, pues no
todos los días son iguales, y algunos son especiales porque te abren los ojos,
despiertan el corazón, y te muestran el camino a seguir.